martes, 21 de noviembre de 2006

Estampa céntrica


El tipo sale de la licorería de la esquina con cuatro cervezas frías, dos en cada mano, las botellas colgando de entre sus dedos por los picos. El pelo a pinchos negro deja entrever el cráneo brillante, tal vez por el sudor que también le baja por la frente y se adivina bajo la franelilla blanca, holgada y por fuera de un pantalón azul oscuro que completan una figura baja, rechoncha y joven. Su mirada baja, su expresión de diligencia hecha, de encargo cumplido, de que le toca una de las cuatro y de que se la merece porque hay que ver lo que es trabajar con esa pepa 'e sol.
Es martes por la tarde, y ese sol rabioso hace que el líquido dorado brille entre las personas que a esa hora se apuran de aquí allá, en sus quehaceres de hora y día de trabajo, y se le cruzan al tipo sin verlo, o tal vez echándole un rápido vistazo de disimulada envidia.
De tras el kiosko blanco de periódicos que está a pocos pasos de la licorería se desprende un chamo delgado, la cara quinceañera un terreno fértil del acné, pantalón también azul oscuro, chemise celeste de uniforme liceísta, el paso apurado hasta sincronizarlo con el del tipo, junto a quien abre su morral negro y harapiento, como enseñándole el escaso contenido. El tipo, que ya no parece tan tipo y que ahora suelta una mueca de socarrona risa adolescente idéntica a la de su amigo, mete en un solo movimiento ambas manos en el morral, como clavando cuatro banderillas cristalinas y frías en la piel de un torro con cierre en el lomo, y en un acto de magia barata las manos salen con un bulto celeste entre ellas: la chemise del uniforme que en un instante lo igualará al quinceañero, tan pronto se la encaje en tres rápidos movimientos, no sin antes pasársela rápido por la frente para enjugar unas gotas del sudor tal vez producido por la rápida jugada o tal vez por el calor que, en la plaza cruzando la avenida, aliviarán ya de otra manera, como se lo merecen bajo esa pepa 'e sol.

1 comentario:

Inos dijo...

Estampa clásica, como la del céntrico buhonero que arruga el rostro al tomarse un trago desde la botellita etiquetada, falazmente, como "Nestea"...

Con algo más que agua y refresco hay que "bajar" el smog citadino, pues.